“…El sol de la mañana aplana las arenas hacia la inmensidad y confunde el horizonte en los reflejos marinos. El arroyo ha vuelto a cambiar su curso. Esta vez se acerco media cuadra hacia las dunas dejando una planicie con agua encharcada y los restos de un bote, refugio de cangrejos que aun no se retiran, asomado entre la arena.…”
“… La pequeña lancha de madera, pintada de naranja y blanco, acaba de entrar al arroyo y deja atrás las rompientes marinas que, con la marea alta, invierten la corriente del Valizas salando el agua varios quilómetros arriba. Parado en la cubierta un pescador flaco y musculoso fuma apoyado en la casilla de la embarcación. Sostiene el timón con el pie descalzo y va eligiendo donde atracar. Uno de sus dos acompañantes, con el ancla en la mano, salta ala orilla acerca la lancha que ya tiene apagado el motor. En silencio, cada cual cumple con su rutina; aunque están acostumbrados, la escasez de pesca pone seria la cara de los hombres. …”
“… las circunstancias geográficas y climáticas, la imprevisión y alguna vez la premeditación, han dejado cientos de barcos hundidos o encallados, muchos muertos, algunos sobrevivientes, historias coloridas y la tradición del recate. … Abundan los testimonios sobre como, en la ensenada de Castillos o La Calavera, los lugareños han arriesgado sus vidas tanto para socorrer a los accidentados como para alzarse con sus pertenencias. …”
“… la laguna de Castillos esta acorralada por una maraña de ombues y coronillas que desde hace algunos cientos de años tratan de destriparse entre si; esa refriega aun no se define. Tampoco la comunicación entre la laguna y el mar ha quedado muy establecida. Entre ellos se interpone una planicie ocupada en algunas partes por palmeras, en casi todas por teros, garzas o patos, y más firmemente por la pradera. Cruzando esos cuatro o cinco kilómetros hay un canal que, caprichosamente, alarga el recorrido a por lo menos el doble. Es el arroyo Valizas. Por el corre el agua, dulce o salada según las lluvias y las mareas, en un sentido o en otro; a veces en ninguno. En los periodos de sequía, el mar y el viento tapan de arena la boca del canal, que cuando las lluvias lo atragantan, revienta esa barrera por un lugar nunca determinado. Ese sitio siempre indefinido, siempre imprevisible, es la barra del Valizas. Allí, a partir de las torpezas del arroyo, crece un entramado también hecho de idas y vueltas, de confusas comunicaciones, de barreras que se rompen, de definiciones siempre provisorias. …”
Estos textos pertenecen al libro "El frances de Cabo Polonio" del escritor Juan Francisco Prieto. Le agradecemos a él su gentileza por permitirnos incluir algunos fragmentos en nuestro portal.